En los últimos años, la terapia regresiva se ha convertido en un revolucionario tratamiento que ayuda a las personas a sanar rápidamente sus problemas psicológicos y psicosomáticos. Inicialmente fue utilizada para rastrear en el inconsciente de pacientes sometidos a hipnosis las raíces de traumas, complejos y sentimientos diversos originados en la infancia, el momento del nacimiento o la época intrauterina, pero los recuerdos espontáneos de supuestas vidas pasadas, que experimenta buena parte de quienes se someten a esta técnica, han sido tomados por muchos como una evidencia de la reencarnación, tema que ha sido fuente de debates: ¿Hemos sido otros anteriormente, o experimentamos esos "recuerdos" por diferente causa? ¿Qué hay permanente en nosotros, de lo que realmente tengamos consciencia, que pueda sobrevivir más allá de la disolución de nuestro cuerpo, de nuestra personalidad y de nuestros yoes?
Es un hecho que cada uno siente en su interior un yo que sigue siendo prácticamente el mismo aunque pasen los años y el cuerpo físico se deteriore. Por ejemplo, del bebé que ayer fui, hoy no tengo casi nada: mis primeros dientes, uñas y cabello ya han desaparecido, pero yo sigo siendo yo. Aunque periódicamente se renueva la piel y la sangre que recorre mis venas, yo sigo aparentemente igual. Me reconozco desde la infancia hasta la vejez como uno mismo, aunque los gustos, creencias y manera de amar puedan haber variado, y aunque a mi cuerpo físico le hayan amputado miembros o le hayan colocado órganos de otras personas.
Entonces, ¿quién soy yo? La sensación inexplicada de haber vivido anteriormente un acontecimiento, o de conocer un lugar al que apenas acabo de llegar, así como tantas leyendas de apariciones, ruidos inexplicables y muchas otras evidencias, me hacen suponer que ya existía desde antes de la gestación de mi vida actual, y que perduraré más allá de la muerte de mi cuerpo.
Sin embargo, también es un hecho que la mente puede hacer que una persona sueñe pesadillas tan reales que le hagan creer que está despierta, y que estando despierta actúe a veces como dormida. A quienes preguntan cuándo son memoria y cuándo son fantasía las vivencias de supuestas vidas pasadas, las comunicaciones con ángeles, seres extraterrestres o personas fallecidas, nuestra respuesta es: ¡Sólo Dios lo sabe!
¿QUÉ ES LA HIPNOSIS?
Es un estado de ensoñación, relajación mental o meditación profunda en el que parecen desconectarse temporalmente los sentidos que nos comunican con el mundo exterior (olfato, audición, gusto, tacto y visión) y se facilita la comunicación con el mundo interior, o inconsciente. No tiene vínculos con prácticas religiosas, místicas, adivinatorias o afines. La persona en trance hipnótico puede canalizar el poder de la mente para sanar ciertas enfermedades, recibir mensajes telepáticos, recordar hechos olvidados, insensibilizar o poner rígido el cuerpo.
Aunque el estado hipnótico es algo inherente al ser, y tan antiguo como la humanidad, su nombre actual apenas le fue dado en 1843 por el médico escocés James Braid, tomando como base el griego Hypnos, que significa sueño, porque sus síntomas son parecidos a los del sueño y el sonambulismo.
Cuando la mente consciente de un sujeto se deja influir por la sugestión, el miedo o la tensión que le produce un evento súbito inesperado, permite que la mente subconsciente acceda a los mensajes que se le envían por los sentidos, produciendo en el sujeto un estado en el que puede eliminar bloqueos o inhibiciones psicológicas. A diferencia de la mente consciente, que es la que se emplea para hablar, razonar, trabajar, querer y controlar voluntariamente las acciones, la mente subconsciente carece de raciocinio y de lógica; maneja la memoria, las emociones, los complejos, los sentimientos de amor, culpa, odio y temor; trabaja con imágenes, figuras, sonidos, olores y emociones; almacena las vivencias, las prohibiciones, los tabúes, las creencias religiosas y las enseñanzas dadas con autoridad; ejecuta las funciones automáticas; nunca duerme; siempre está lista para tomar el control en las situaciones de peligro.
Se puede tomar como hipnosis el sentir temor cuando el personaje de una película está a punto de caer a un precipicio, como si tal cosa estuviese aconteciendo realmente; el experimentar enojo cuando "la mala" de la telenovela va a cometer una injusticia; el dejarse convencer por la palabrería de un vendedor profesional; el quedarse lelo mirando al vacío mientras la mente viaja por algún recuerdo; el estar absorto e imperturbable durante la lectura de un buen libro; el conducir el auto como con piloto automático mientras se está pensando en otras cosas.
La hipnosis la puede lograr el político con sus discursos, el pastor con la imposición de las manos, el vendedor con su perorata, el brujo con la danza y el tambor, o el hombre de ciencia mediante unas gafas con dos pequeñas luces intermitentes. Se puede hacer a plena luz del día y hasta en medio del bullicio de un almacén. Al encontrarse cualquiera de los sentidos bajo la influencia de excitaciones táctiles, sonoras o visuales monótonas e incesantes, tal como mirando fijamente el ángulo de un cuadro, puede entrar en estado de inhibición o de fatiga.
Por ejemplo, cuando se le pide a un sujeto que fije su mirada en un péndulo que se mueve lentamente frente a los ojos, es normal que se produzcan lágrimas, que sienta fatiga en la vista y parpadee, lo cual era aprovechado en los métodos iniciales de la hipnosis para reforzar el poder de la sugestión: "Con cada respiración, y a medida que escuchas mi voz, siente como tus párpados se ponen cada vez más pesados y se quieren cerrar.... Sientes una agradable sensación de descanso cada vez que se cierran... Cada vez te es más dificil abrirlos... A medida que pasan los segundos, comienzas a sentir un sueño cada vez más profundo... Muy profundo... Muy profundo.. A la cuenta de tres, dormirás profundo: Uno.. Dos.. Tres.. ¡Dormid!". Los métodos actuales para hipnotizar han cambiado, como veremos más adelante.
Aurelio Mejía Mesa, Colombia.
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