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Regresión Hipnótica y Memoria

Regresión Hipnótica y Memoria
Contiene:

1) ¿Qué es una Regresión Hipnótica?

2) ¿Por qué es importante recordar?

3) ¿Es la Regresión Hipnótica un estado alterado de conciencia?

4) ¿Los recuerdos que obtenemos son verdaderos o falsos?

En sentido general, cuando la gente escucha hablar de regresiones se hace a la idea de estar frente a una forma particular de viaje mental. Si quisiéramos precisar un poco más el concepto, llamaremos regresiones a un conjunto de técnicas hipnóticas que tienen por objetivo traer a nuestra conciencia sucesos pasados actualizando las emociones asociadas a ellos.

Los psicoterapeutas, al menos quienes conocen y practican esta técnica, la consideran una herramienta invaluable a la hora de resolver conflictos psicológicos. En tal sentido, cualquiera que esté interesado en conocer cómo es una terapia regresiva por dentro podrá hallar un excelente ejemplo de ella en el libro de Milton H. Erickson y Ernest L. Rossi: “El hombre de febrero”.

En esencia, los recuerdos son la materia con la que trabaja la regresión hipnótica. Recordar intencionalmente un determinado evento de nuestro pasado es un proceso arduo, que por lo general demanda mucha energía. Tal es así que menudo ha sido comparado con buscar una determinada frase, en un libro específico, de una gran biblioteca: nuestra biblioteca cerebral. Una de las razones para ello, es que en la vida diaria nuestra atención se dispersa y distribuye dentro de una amplia gama de estímulos.

Para poder concentrarnos en una tarea, lo que hacemos es reducir el foco de nuestra atención tomando distancia de las demandas medioambientales. Por ejemplo, cuando decidimos sentarnos a estudiar, buscamos instintivamente calmarnos y reducir cualquier fuente de distracción a nuestro alrededor.

Aunque en menor grado, este es un proceso análogo al afinado estado de concentración atencional del que se vale la regresión hipnótica para alcanzar los recuerdos buscados. Es sabido que el estado hipnótico favorece la hipermnesia, o aumento de nuestra habilidad para recordar. Mediante el trance hipnótico el paciente vuelve a un estado de conciencia similar al que vive todas las noches en el momento anterior a dormirse completamente; pero puede ahora conversar de sus recuerdos con el terapeuta sin despertar.

2) ¿Porqué es importante recordar?

Cada distinto tipo de terapia representa una forma especial en que los clínicos abordamos el problema del sufrimiento psicológico. Es también una manera de aplicar nuestros conocimientos de los procesos mentales para ayudar a los pacientes. Dada la gran variedad de disposiciones humanas es probable que, aún los psicólogos que compartan los mismos conocimientos, encuentren algún método terapéutico preferible a otro. No obstante, hasta cierto punto, casi todos los métodos terapéuticos involucran algún tipo de recuerdo.

Incluso quienes niegan explícitamente la necesidad de exhumar el pasado para mejorar la calidad de vida del paciente, se ven obligados a admitir que los significados de sus acciones presentes se encuentran, por lo menos parcialmente, enlazados a su historia.

Cuando una persona nos cuenta acerca de un hecho pasado no sólo está haciendo referencia a lo que -según entiende- ocurrió en esa situación, sino que también nos está hablando de cómo hubiera querido que las cosas marcharan. Esto sucede porque, tal como nos advierte el neurofisiólogo Eric Kandel, la conducta también refleja los aspectos motivacionales, es decir lo que la persona necesita y desea.

Si bien en los seres humanos el hambre, la sed y el deseo sexual están regulados por la necesidad interna que genera la privación (tal como ocurre con los animales), en nuestro caso el comportamiento actual se encuentra también fuertemente determinado por los estados motivacionales que en el pasado contribuyeron a la expresión (o a la inhibición) de tales conductas.

Nuestras sociedades pagan un alto precio por ignorar la motivación, es decir, el porqué las personas hacen lo que hacen. Los interminables fracasos de las dietas para controlar el peso, el aumento de los síntomas de ansiedad y la depresión relacionados con la insatisfacción sexual, y disminución de la creatividad son sólo algunos ejemplos de ello.

Aún cuando las consecuencias son avasalladoras el problema queda borroneado, en parte porque nos acostumbramos a hablar en términos de aumento de las patologías, y no en términos de fracasos psicoterapéuticos. Es así como, paradójicamente, el aumento de la demanda de tratamiento conduce a que se privilegien, cada vez más, los métodos terapéuticos “listos para usar”. Aunque estas técnicas suponen, a primera vista, un ahorro de tiempo, dinero y esfuerzos, muy pronto encontramos que es la naturaleza misma de la conciencia la que les impone sus limitaciones.

Toda conciencia, tal como se presenta en la actualidad, es el resultado de un camino en el que ella misma va depurándose a través de la experiencia, alcanzando así un mejor conocimiento de las cosas y de sí misma. Si, aún con las mejores intenciones, intentáramos ayudar a un paciente a cambiar sus emociones o conductas, forzándolo a hacer un salto al futuro sin haber transformado previamente los motivos que dieron lugar a estos comportamientos, el éxito terapéutico sería probablemente efímero.

Esto se debe a que toda motivación organiza siempre una secuencia comportamental hacia una meta. La consecución de esa meta renueva la intensidad del circuito motivacional haciendo que este se perpetúe en el tiempo, afectando así -en muchas ocasiones- el presente del sujeto.

Por ello, si logramos que el paciente mediante una regresión hipnótica cambie alguno de los componentes de la secuencia comportamental pasada, es muy probable que este se despegue de ese pasado y coloque en su lugar alguna conducta más ajustada a sus necesidades actuales.

Cabe aclarar que, si bien es de buena clínica que el terapeuta tenga clara conciencia de circunstancias en las que se originó el conflicto, ello no implica que se deban abordar directamente aquellas cuestiones que dieron origen al problema.

Muy por el contrario, tal como nos enseñara Milton H. Erickson, la mejor manera de tratar con la motivación pasada de una conducta es dirigimos a ella en sus propios términos: es decir de manera tangencial, simbólica, sin reactivar el conflicto. Esta capacidad de comunicarse concientemente en distintos niveles del discurso al mismo tiempo es, probablemente, una de las características más distintivas de un psicoterapeuta.

Para sintetizar, lo que la regresión hipnótica nos devela entonces, es el valor que tiene el recuerdo adecuadamente guiado cuando el paciente se propone alcanzar objetivos importantes en su vida.

3) ¿Es la Regresión Hipnótica un estado alterado de conciencia?

La regresión hipnótica no altera la manera en que nuestra conciencia funciona; tal como lo harían -por ejemplo- sustancias psicoactivas como el alcohol. Tampoco se asemeja a un estado patológico. De hecho el paciente se mantiene tan conciente de sí mismo como si leyera este artículo, hablara o manejara un auto. Pero lo que realmente ocurre durante una regresión hipnótica es que su conciencia se despliega en un medio proporcionado por sus propios recuerdos. Tal como sucede en los sueños, los escenarios son producto de su imaginería cerebral; pero a diferencia del sueño las escenas no surgen al azar, sino que son guiadas por la decisión del paciente de querer saber, de querer sanar. Nuestra tarea como terapeutas es, en el momento apropiado, encauzar esos esfuerzos.

4) ¿ Los recuerdos que obtenemos son verdaderos o falsos?

Hablando con propiedad, no es adecuado atribuirle a los recuerdos la etiqueta de “verdaderos” o “falsos”, dado que la capacidad humana de recordar eventos pasados no está guiada por el propósito de cumplir con ningún patrón externo de objetividad.

Por esta razón, me propongo describir los recuerdos tal y como se presentan ante la conciencia (en este caso mi conciencia) y luego recién analizar qué clase de objetividad podemos alcanzar. Como verán, es mi intención retratar una estación del saber, y no el saber completo, acabado. Espero con ello lograr despertar el interés de todos aquellos colegas que se hallen en los alrededores a esta estación; como también la comprensión de aquellos que ya la hayan superado.

Nuestra memoria no guarda una huella fiel y completa de los eventos precedentes, sino que por su forma de funcionamiento se parece más a un proceso de reconstrucción de tales eventos a partir de pedazos que fueron previamente desparramados.

Dado que estamos emocionalmente involucrados en nuestras vivencias diarias, no podemos esperar que todos esos pedazos sean solamente trazos de nuestra experiencia objetiva. Como todos sabemos, no es difícil hallar en nuestros recuerdos indicios de deseos y expectativas pasadas, y de las exigencias que nos presentan las circunstancias.

Además, como los recuerdos no flotan en el vacío, sino que tienden siempre a organizarse en torno a una “historia personal”, la cual actúa como hilo conductor de nuestra personalidad, ello lleva a que lo que se recuerda no pueda ser estrictamente separado de quién lo recuerda.

Lo que por regla general hallamos en las regresiones hipnóticas, es que cuanto más antiguos y significativos son los recuerdos para la persona, mayor es el componente de la parte no objetiva del recuerdo.

Ello implica que debemos tomar en cuenta que cada vez que tratamos con recuerdos pasados significativos, los hechos objetivos del pasado probablemente estén, en alguna medida, teñidos de deseos inconscientes. Es decir, de expectativas frustradas de lo que la persona hubiera querido que ocurra en esa situación, y que -por esa misma razón- no pudieron haber ocurrido. Los deseos inconscientes nunca se manifiestan ante la conciencia tal como son, de manera limpia y clara; sino que aparecen siempre transformados por las actuales necesidades de defensa.

Esta circunstancia no debiera ser interpretada en el sentido que el paciente estuviera falseando los hechos, o descartada sencillamente como un error de la memoria. Sino que por lo contrario, deberíamos considerar que es precisamente a partir de esa falta de ajuste con la realidad que poseen los elementos defensivos de un recuerdo, es desde aquello que no encaja, que podemos inferir la actividad de deseos inconscientes subyacentes moldeando el resultado final del recuerdo.

Como todos sabemos, el problema con estos deseos inconscientes es que tienden a distorsionar los pensamientos, conductas y las emociones , por lo que el individuo se ve obligado a embarcarse en forzosas actividades defensivas; a menudo no deseadas. Por lo general, todo ello conduce a un inútil gasto de energía en forma de fallos, repeticiones, dudas y desmotivación, que hacen que la persona logre menos de lo que en realidad podría alcanzar. Las Terapias Regresivas, ya sea desde una aproximación ericksoniana o psicoanalítica, están dirigidas a superar tales restricciones, liberando las genuinas capacidades de la persona.

Ahora podemos vislumbrar que la memoria, por su forma de procesar los rastros de eventos y deseos pasados en conjunto con las defensas actuales, funciona fundamentalmente de manera autoprotectiva, preservando siempre el sentido de continuidad del Self.

Por tal razón, como es fácil intuir, cualquier aspiración a alcanzar una verdad objetiva de hechos pasados a partir del proceso subjetivo del recuerdo individual, está condenada de antemano al fracaso. Quienes hablan de “recuerdos falsos” olvidan que ellos mismos se están colocando como el fiel de la balanza; atribuyéndose una capacidad que niegan a sus pacientes.

Tal como ocurre en el cuento de Ryonusuke Akutagawa “En el bosque”, donde cada uno de los personajes narran su versión de los hechos como testigos de un crimen, la verdad última reside siempre en un lugar inalcanzable. Y en tanto esté en nosotros transitar un camino hacia ella, tendremos que contentarnos con la tarea (a todas luces más humilde) de construir un recuerdo compartido aceptable.

Lic. Pablo Kodric.

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