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Autohipnosis: herramienta del cambio.

Autohipnosis: herramienta del cambio.
La forma de comunicarse con uno mismo que llamamos autohipnosis, permite abrir paso a la intención más allá de los limites acostumbrados que son automatismos y condicionamientos: es una herramienta de liberación mental.

Se trata fundamentalmente de orientar los funcionamientos naturales de la mente hacia la creación de los cambios que deseamos experimentar en nuestra forma de ser. Se trata de reconocer como funciona nuestra mente, y en vez de seguir nadando contra la corriente, de utilizar su propia fuerza para lograr nuestros objetivos. En este sentido la autohipnosis se parece a un tipo de aikido mental:
utilizamos nuestras propias limitaciones para transformarlas en soluciones. Concretamente, esto se hace creando un nuevo tipo de relación con uno mismo, con esta parte de uno mismo que automatiza nuestros comportamientos, que integra nuestros aprendizajes, que asocia nuestros pensamientos, que condiciona nuestras emociones, que percibe y modela nuestro entorno más allá de lo que reconocemos, esta parte nuestra que sueña, que imagina, que regula los latidos del corazón, que mantiene nuestra respiración mientras dormimos, que nos hace sentir cuando algo nuevo es realmente bueno para nosotros, etc… Esta parte nuestra, o sea el famoso inconsciente o subconsciente, es la parte sumergida del iceberg humano, la que sabe más de lo que creemos que sabemos.

La parte consciente de nuestra mente, la parte emergida, es la parte mía que escribe este texto, es la parte tuya que lo lee. Es la parte que razona, piensa, analiza, reconoce, mide, decide, cree, etc… El consciente vive en este espacio que separa lo vivido de lo sentido, en el espacio del pensamiento. El consciente interpreta, nombra, tiene razón, se equivoca, quiere eso, quiere lo otro… Es la parte nuestra que aprende, que crece, que toma decisiones, es nuestro libre albedrío. Pero si quiere ser realmente libre y asumir su papel decisivo de la mejor manera, entonces debe comprender los sentimientos de su razón y las razones de su corazón.

Con este propósito la autohipnosis recrea y potencia estados naturales y cotidianos en los cuales nuestro nivel de consciencia es diferente: entre la vigilia y el sueño existen muchos matices. Cuando, al lavar los platos por ejemplo, la mente empieza a volar y uno se olvida de sus gestos hasta haber acabado, es un estado modificado de consciencia: lo que el Dr. Milton H. Erickson llamaba “trance común del día a día”. Ocurre también cuando al leer un libro los ojos siguen la letra mientras la imaginación está lejos. O cuando uno esta tan entregado en una conversación que por un momento deja de percibir los ruidos ajenos. O cuando la atención esta tan fijada en una sensación que las demás dejan de ser percibidas: los carteristas son muy buenos en eso.

De hecho, mientras inconscientemente percibimos la totalidad de lo que nos rodea, conscientemente solo percibimos unos pocos elementos, y la percepción que nos queda del entorno es el resultado de los varios filtros que usa el inconsciente para permitirnos dar forma a nuestra realidad. Esos filtros son el fruto de nuestra constitución física, de nuestros condicionamientos familiares, sociales, culturales, y de nuestras características personales. Nos permiten dar sentido a lo que nos rodea, ubicarnos y vivir en el mundo, pero también nos limitan, nos acostumbran. La autohipnosis permite actuar sobre estos filtros, ganar más libertad, más fluidez, ampliar la propia realidad.

Para ello, el primer paso es crear, potenciar y utilizar este tipo de estado de consciencia en el cual consciente e inconsciente están conectados: ni vigilia, ni sueño, algo en el medio, una mezcla, un equilibrio. Existen cientos de maneras de hacerlo, y muchas veces sin saberlo todos tenemos la nuestras: estos momentos de despegue, de cuelgue, de ensueño, cuando estamos en la luna sin habernos dado cuenta. Pero raras veces sabemos alcanzarlos a voluntad: la mayoría del tiempo suceden de por sí, o sea, inconscientemente, siguiendo los ciclos ultradianos del cerebro.

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