Desde las primeras dinastías del Antiguo Egipto ya se practicaba. El sueño hipnótico era uno de los procedimientos curativos más en boga. En papiros se hace mención detallada de las fases operatorias empleadas por los hipnotizadores de la época, uniendo conocimiento de astronomía y hermetismo.
Los Incas la practicaban en anfiteatros colocados al poniente de los grandes templos. El lugar se destinaba a celebraciones especiales. Adosada al muro existe una plataforma circular en la que debían sentarse los asistentes. En el centro una especie de cama de piedra tallada como un molde hueco la mitad posterior de la figura humana. En la cabecera hay un círculo que contiene, escritas en él las reglas que habían de seguirse para sumir al sujeto en estado hipnótico. Todas estas camas están colocadas de tal manera que su orientación es de norte-sur.
Grecia y Roma recurrían a prácticas hipnogénicas y mágicas, para consultar sobre el futuro. Otras consultas se referían a la curación. Se hacía imposición de manos sobre la frente del sujeto y se realizaban pases magnéticos.
EL MAGNETISMO ANIMAL. MESMER.
Se considera como precursor de la hipnosis moderna a Friedrich Franz Anton Mesmer (1733-1815) quien formuló la teoría del magnetismo animal, al que describía como un principio que actúa sobre los nervios. Sostuvo que en todo el cuerpo viviente existe un fluido magnético en el cual circula una fuerza especial animando tanto al mundo orgánico como al inorgánico. Las personas dotadas de un poderoso espíritu vital pueden ayudar a los necesitados, utilizando la imposición de las manos a fin de que las ondas emanen de la punta de los dedos o guiando la energía con una varilla de hierro. Ese espíritu vital lo llamó magnetismo animal. Mesmer fue miembro de la Fraterlucis y creó en 1872, en Francia, un rito denominado de la Armonía Universal.
Los primeros procedimientos de Mesmer consistían en encerrar al sujeto en un cuarto silencioso y débilmente iluminado. Colocaba el paciente sentado cómodamente frente a él y tomaba sus manos, estableciendo durante unos minutos un contacto de las yemas de los dedos pulgares. Después llevaba sus manos al pecho de los enfermos y las descendía lentamente hasta el epigastrio, región donde se detenía buscando con una imposición manual prolongada el enviar una fuerte corriente magnética a los ganglios nerviosos del plexo solar.
Fue tanta la gente que quería consultarle que decidió utilizar un sistema que le permitiera atender a varios a la vez. Para ello construyó una cubeta de madera, de forma cónica de base interior. Dentro de ella vería agua cargada de limaduras de hierro y colocaba varias botellas de cuello ancho orientadas con la boca hacia el centro del aparato y su posición era oblicua, medio sumergidas. De cada una salía una barra de hierro que al llegar a la parte central se verticalizaba para atravesar la cubierta de la cubeta acodándose horizontalmente, para terminar a una distancia del aparato donde las personas pudieran tocarla.
Mesmer se situaba en un ángulo de la habitación sobre una elevada plataforma y desde allí extendía sus manos hacia el centro del aparato para cargarle de magnetismo que después vendría hasta los pacientes a través de las barras de hierro que éstos tenían entre sus manos.
Al mismo tiempo, una pequeña orquesta situada en una habitación próxima, llenaba el espacio con los sones de una música monocorde y adormecedora.
Para quienes no podían acudir a su consulta, mangnetizó uno de los árboles de un paseo público y allí acudían en peregrinación todos los que no podían pagar los honorarios.
Veinticinco años después que Mesmer presentara sus comunicaciones a las Academias científicas de Francia, tuvo renombre el abate Faria, un faquir indio. Colocaba delante de sí a las personas que voluntariamente se presentaban a ello y después de reconocerlas ligeramente las aceptaba o rechazaba, para sumirlas en sueño hipnótico y cuidar sus dolencias.
Empleaba órdenes verbales prescindiendo en absoluto de otras maniobras, ni contactos, ni pases magnéticos. Expresaba de palabra su voluntad de dormir al paciente. Descubrió que el proceso era posible debido a que el propio sujeto se autohipnotizaba.
Sostuvo que este sueño lúcido es introducido mediante la concentración del alma sobre sí misma, logrando así volverse libre, conisguiendo una intuición de las realidades profundas.
JAMES BRAID (1795-1864)

Podía inducir el sueño sin depender de algún fluido, ni ninguna otra influencia magnética. Como en sus experiencias empleaba la palabra sueño y pensaba que se lograba un estado de adormecimiento inducido, creó la palabra hipnotismo para describirlo (del griego hypnos, sueño). Sin embargo, se vio precisado a reconocer que hay diferencias indiscutibles entre el estado hipnótico y el sueño ordinario, pues la experiencia le demostró que muchos de los fenómenos más espectaculares del estado hipnótico, tales como la analgesia y la catalepsia, podían ser obtenidos en sujetos que conservaban los ojos abiertos y la apariencia de estar despiertos.
Estos hechos condujeron a Braid a admitir la importancia del monoideísmo, tanto en el proceso de inducción hipnótica como en el logro de los fenómenos. Hizo ver que el simple hecho de colocar al sujeto en una determinada actitud, despertaba en éste ciertas ideas o ciertos sentimientos. Por ejemplo al juntar las manos en actitud de rezar, se desencadenaba un estado psíquico de devoción, al cerrar el puño, una reacción de ira, etc. Tal era la "sugestión por el gesto".
Braid utilizó la sugestión para la precipitación de ciertos fenómenos de comportamiento y tiene el mérito de haber puesto en claro que la sugestión es un mero desencadenante de los fenómenos hipnóticos y no la explicación total del los mismos.
Tuvieron que pasar muchas décadas hasta que las notables conclusiones de Braid pudieran ser debidamente apreciadas.
En esos años se empleó el hipnotismo en cirugía para producir anestesia. Poco después se descubriría el uso del cloroformo como anestésico, quedando en desuso la hipnosis para esos fines. Hoy se le vuelve a emplear para evitar los riesgos de la anestesia por fármacos.
Entre tanto, en Francia, el magnetismo animal se iba depurando gradualmente de la espectacularidad que le había dado Mesmer y sus seguidores. Aparecieron algunos trabajos serios sobre este tema como los de Velpeau, Guerineau, Azam, Demarquay, Giraud-Teutlon, etc.
Pero, simultáneamente, había muchos que recurrían a prácticas extravagantes, prometían resultados fantásticos o confundían el mesmerismo con las demostraciones de poderes ocultos, todo lo cual contribuía al descrédito del mesmerismo.
El libro fundamental de Braid, "Neuropsicology or the Rationale of Nervous Sleep", publicado en 1843, fue ignorado por un tiempo en ese país, pero luego llegó a ejercer una muy considerable influencia, principalmente por haber impresionado al Dr. Azam, de Burdeos, de quien fue seguidor el médico de campaña, Abroise Auguste Liébault.

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